Ante el déficit de mano de obra que se registra en la industria del estado, la Confederación de Trabajadores de México (CTM) prepara un convenio con el Instituto de Migración y Enlace Institucional para que los connacionales repatriados puedan ocupar las vacantes disponibles que ofertan las empresas. 

El líder de la CTM en el estado, Emilio de Jesús Ramírez Guerrero, reconoció que la mano de obra está agotada, lo que hace necesario que se busquen nuevas estrategias para que las compañías puedan tener a los trabajadores que necesitan.

“La mano de obra está agotada, ya los traslados que se hacen a otros estados como Guanajuato o Querétaro están agotados, todas las tareas en los municipios están agotadas, prácticamente San Luis Potosí no tiene mano de obra disponible, lo que hace necesario buscar nuevas estrategias, como es precisamente el que connacionales se incorporen a la vida productiva del estado” declaró el representante de la organización.

De acuerdo con Ramírez Guerrero, un ejemplo de los que se está viviendo es una empresa que tiene un déficit de más de 300 plazas que no ha podido cubrir, lo que es una muestra de lo complicado que resulta conseguir mano de obra, sobre todo en un momento en donde están por instalarse diez compañías en lo que resta del año, y están por arrancar otras como Goodyear o BMW.

Ante esta situación consideró que es necesario aprovechar el conocimiento que tienen los connacionales que vienen de Estados Unidos, ya que cuentan con capacidades que pueden ser aprovechadas, incluso alguna especialidad, con perfiles aptos para la industria.

“Con este convenio la CTM se ofrece para ser el conducto para que los connacionales que regresan al país se integren a la vida productiva del estado, y hacer llegar a las empresas la mano de obra que necesitan”.

Finalmente, Emilio de Jesús Ramírez se refirió al caso de migrantes centroamericanos, de los que dijo no se tiene nada contemplado hasta el momento, y que ellos tendrían que generar una serie de requisitos ante instancias federales y de migración.

Fuente: Martha Zaragoza/ El Financiero