Este es un problema estructural de la economía mexicana que radica en la pobreza y la desigualdad, que genera que los trabajadores más pobres y con pocos estudios se vean obligados a conseguir un empleo lo más rápido posible. Mientras que una persona con más estudios opta por esperar más tiempo para tratar de obtener una plaza laboral que satisfaga sus expectativas.
"Un pobre solo quiere sobrevivir y va a encontrar un trabajo relativamente más fácil, aunque con una paga precaria", dice el economista Jonathan Heath. Poco más de 55 millones de mexicanos eran pobres al cierre de 2014. En 1994 eran 52 millones.
Pero cuando un profesionista encuentra una plaza es probable que tampoco esté bien pagada. Esto, en un entorno de creciente desigualdad en el que 74% del PIB es acaparado por los dueños del capital y 26%, por los trabajadores.
"Es una desigualdad grave, sólo se ha concentrado la riqueza", dice Miguel Alejandro López, integrante del Observatorio de Salarios de la Universidad Iberoamericana.
Datos del Observatorio muestran que, en 2005, un trabajador con estudios universitarios ganaba, en promedio, 24,192 pesos mensuales, en 2016 sólo recibía 14,805 pesos reales.
Fuente: Carmen Luna/ Expansión
