El nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México habrá de generar enormes ganancias tanto en infraestructura, inversión y nuevos puestos de trabajo que permitirá un enorme crecimiento para la región. Tan solo en su etapa de construcción ha requerido de más de 160 empleos, además de convertirse en un motor económico y social para el centro del país.

Para su etapa final, es decir, ya en uso, podemos hablar de la contratación de más de 450 mil empleos permanentes directos e indirectos con un considerable crecimiento de la actividad económica en la zona del Estado de México en que se ubicará (el ex Vaso de Texcoco). Además, su diseño permitirá satisfacer la demanda de los usuarios a 50 años, es un proyecto autofinanciable.

Con acceso de clase mundial, podrá participar en otros mercados para negocios y comercio. Contará con una capacidad para 50 millones de pasajeros en su primera fase y 120 millones en su máxima expansión, lo que lo hace inmejorable.

Dentro de los beneficios de la obra se encuentra que los trabajos hidráulicos que se realizarán, además del sistema de drenaje, mitigarán inundaciones en colonias aledañas, y habrá 21 plantas de tratamiento destinadas al uso de comunidades vecinas, lo que traerá enormes beneficios.

Dentro de proyecciones de desarrollo, el nuevo aeropuerto dotará a la entidad mexiquense de parques tecnológicos, centro de congresos y convenciones, universidades, hospitales, centros comerciales y espacios verdes.

Es una Infraestructura que cambiará el mercado de la aviación para México y se desempeñará como una plataforma para el crecimiento de empleos y una mejor calidad de vida para la región.

En el sector financiero, será un centro logístico de importancia mundial que detone mayor inversión, turismo y exportaciones. El proyecto contempla sustentabilidad ambiental, con una estrategia de cuidado ambiental a la medida para la región y sus condiciones geológicas.