El Pulso Laboral

Lunes 25 mayo 2015

02:30 pm

Mundo Laboral y RR.HH.

Los viejos sindicatos de México contratacan la reforma laboral

Por: Redacción/El Pulso Laboral

A medida que daban inicio las votaciones para elegir sindicato en una planta mexicana de llantas una mañana reciente, un dirigente sindical exhortaba a sus simpatizantes a salir a votar: “Pueden estar tranquilos”, publicó en las redes sociales. “Su voto es libre y secreto”.

Si resaltó la confidencialidad del voto fue porque, durante décadas, a los trabajadores mexicanos casi no se les tomaba en consideración para elegir a los sindicatos que firmaban los contratos con los patrones en su representación. En vez de eso, los gobiernos otorgaban a sus aliados del movimiento sindical el control sobre los trabajadores.

Ahora, el gobierno del presidente de izquierda Andrés Manuel López Obrador ha prometido cambiar drásticamente este sistema.

Una nueva ley que garantiza a los trabajadores el derecho de decidir quién los representará entró en vigor el mes pasado. Sin embargo, los líderes obreros independientes señalan que transformar un sistema de décadas —y superar la resistencia de los empleadores y de los sindicatos poderosos y favorecidos políticamente, así como la profunda desconfianza de los trabajadores— será un trabajo arduo y lento.

“Podemos tener muy buenas leyes”, comentó Benedicto Martínez, líder de una pequeña federación independiente, el Frente Auténtico del Trabajo. “Pero no será fácil. Ha habido muchos años de control y manipulación”.

Los patrones obligados a revertir las viejas prácticas están comenzando a contratacar, afirmó Kimberly Nolan, especialista laboral de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en Ciudad de México.

“La manera de hacer negocios en México es que los contratos se compran y se venden”, señaló Nolan. “El sector empresarial no percibe la medida en que eso contraviene la libertad de asociación”.

Según la nueva ley de México, los sindicatos tendrán que ganarse el respaldo de al menos el 30 por ciento de los trabajadores de una empresa antes de que puedan ser formalmente reconocidos. Las juntas de conciliación y arbitraje locales serán remplazadas por un registro nacional y juzgados especializados, cambios que están diseñados para eliminar la influencia política.

Esta ley también establece un plazo de cuatro años para que la Secretaría del Trabajo y Previsión Social revise al menos medio millón de contratos existentes. Probablemente muchos de ellos son nulos debido a que los trabajadores nunca los aprobaron, comentó la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde.

Una de las consecuencias del viejo sistema fue que mantenía salarios reducidos, afirmó Alcalde.

“Yo sostendría que el gobierno mismo ha mantenido los salarios muy bajos porque no ha habido contrapesos en las negociaciones”, comentó.

Esta nueva ley surgió del consenso, añadió, de que el “modelo laboral de México estaba obsoleto y que tenía que renovarse”.

Según una clasificación del Banco Interamericano de Desarrollo, los salarios de los trabajadores mexicanos son bajos en comparación con los de muchos países latinoamericanos. Y ahora, en términos reales, ganan menos de lo que ganaban en 2005, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.

Desde hace mucho tiempo, los sindicatos estadounidenses han alegado que el viejo modelo alentó a las empresas a trasladarse a México para aprovechar los sindicatos dóciles y los bajos salarios. Como respuesta, los demócratas han utilizado las negociaciones comerciales para exigir que México replantee sus leyes laborales y lo han puesto como condición para que el congreso apruebe el nuevo acuerdo comercial de América del Norte.

“La cuestión es si pueden superar los verdaderos obstáculos que se han acumulado durante ochenta años”, se pregunta Ben Davis, director de asuntos internacionales de Trabajadores del Acero Unidos.

Los sindicatos tradicionales de México, los cuales prosperaron durante décadas por su alianza con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el partido gobernante durante mucho tiempo, advierten que la nueva ley podría debilitar a los sindicatos ya que tendrán que competir por el respaldo de los trabajadores.

Esta inestabilidad podría trastornar las relaciones laborales afables que los sindicatos tradicionales pueden prometer a los patrones, señaló Carlos Aceves del Olmo, exsenador y diputado del PRI y secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), misma que afirma tener cinco millones de trabajadores afiliados.

“Las empresas extranjeras conocen la organización y siguen firmando contratos con nosotros”, afirmó Aceves.

La nueva ley ya se está probando en México.

Hay dos sindicatos en la lucha por ganar el apoyo de los trabajadores en la fábrica de llantas Bridgestone, ubicada en las afueras de Monterrey, la capital industrial de México: el Sindicato de Trabajadores de la Industria Hulera, mismo que es independiente, y un sindicato de trabajadores de la industria automotriz, que es parte de una federación tradicional y ha representado a los trabajadores de la planta en los últimos años.

Los salarios son altos en la planta de Bridgestone: de 22 a 26 dólares por día, lo cual es un buen salario incluso para Monterrey, donde una próspera industria de exportación de manufacturas promueve una alta demanda de trabajadores. Las prestaciones son cuantiosas.

No obstante, los trabajadores actuales y anteriores de la planta mencionaron que la empresa había comenzado a recortar las prestaciones.

La junta de conciliación y arbitraje había establecido una fecha a mediados de abril para que los trabajadores de la fábrica de Bridgestone eligieran a sus representantes.

Antes de las elecciones, los trabajadores fueron acosados y los miembros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Hulera, junto con sus abogados, fueron amenazados, de acuerdo con lo manifestado en una denuncia que presentó el sindicato ante la junta de conciliación y arbitraje.

El día programado para las elecciones, no se presentó nadie de la junta de conciliación y arbitraje para gestionar los votos.

Las elecciones fueron canceladas y se programaron otras votaciones varias semanas después afuera del inmueble de la fábrica, en el estacionamiento subterráneo de un edificio de oficinas gubernamentales en un suburbio de Monterrey.

Esta vez, las votaciones siguieron todas las reglas: el voto fue secreto y todas las partes estuvieron presentes.

El sindicato independiente de los trabajadores de la industria hulera perdió por amplio margen.

“El mercado laboral mexicano es atípico, pero no de manera positiva”, señaló David Kaplan, un economista en el ámbito laboral del banco. /nytimes.com

 

 

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