El Pulso Laboral

Lunes 25 mayo 2015

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Mundo Laboral y RR.HH.

Pobreza e informalidad: los dos grandes retos de las mujeres

Por: Redacción//El Pulso Laboral

Sábado 15 de octubre de 2016

En los últimos años las mujeres han asumido un rol creciente en la sociedad, destacando en todos los sectores. Numerosos estudios, además, han explorado la manera en que la participación laboral de la mujer permite disminuir los índices la pobreza.

Sin embargo, ser mujer aún representa un desafío en América Latina, incluido México, y estas son dos grandes razones:

Pobreza

De acuerdo con el informe elaborado por el Coneval, Pobreza y género en México: hacia un sistema de indicadores, que contempla el periodo 2010-2014, la pobreza es el conjunto de personas que no tienen garantizado el ejercicio de al menos uno de sus derechos para el desarrollo social y sus ingresos son insuficientes para adquirir los bienes y servicios que requieren para satisfacer sus necesidades. 

Según este organismo, las mujeres en situación de pobreza se enfrentan a fenómenos como la falta de autonomía económica, la agudización de múltiples carencias sociales y mayor vulnerabilidad, y a continuación te presentamos algunos:

Hogares. Los hogares dirigidos por mujeres y en situación de pobreza muestran una relación demográfica más desfavorable en el sentido de que cuentan, por lo general, con más integrantes dependientes que proveedores potenciales.

Salario. También, las diferencias salariales entre hombres y mujeres son aún mayores entre la población en situación de pobreza; no obstante, las brechas tienden a cerrarse conforme aumenta el nivel educativo.

Desarrollo social. Las mujeres pobres presentan una mayor dependencia de los recursos provenientes de programas sociales. En concordancia con esto, el número de mujeres entre 15 y 64 años de edad en situación de pobreza es más del triple que el número de hombres pobres beneficiarios con las mismas características.

Salud. Además, por cada cien hombres con acceso directo a servicios de salud, hay cerca de sesenta mujeres en esa circunstancia, y esto se acentúa hasta sólo cuarenta mujeres en contextos de pobreza.

Trabajo. En el caso de las mujeres, su participación en el mercado laboral es menor a la de los hombres y su inclusión al mismo se caracteriza por una mayor participación en actividades precarias e inestables, rasgo que se acentúa en contextos de pobreza.

Alimentación. Un mayor porcentaje de los hogares con seguridad alimentaria son dirigidos por hombres, mientras que los dirigidos por mujeres experimentan mayores niveles de inseguridad alimentaria, la cual tiende a ser más severa cuando las jefas de hogar se encuentran en situación de pobreza.

Desigualdad. Las sobrecargas de trabajo son aún mayores para las mujeres en condición de pobreza, lo cual guardaría una estrecha relación a su falta de recursos para adquirir servicios domésticos en el mercado laboral, a una mayor precariedad en las condiciones materiales de la vivienda y sus servicios, así como a la persistencia de roles de género y a la división sexual del trabajo que hacen del trabajo doméstico no remunerado un espacio clave para la reproducción de las desigualdades de género.

Informalidad

Según el estudio Panorama de la Sociedad 2016 elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la mayor parte de los jóvenes inactivos en el país son mujeres. En este sentido, las jóvenes mexicanas tienen una probabilidad cuatro veces mayor de ser nini que los hombres y en México más de la mitad de estas jóvenes son madres.

Es así que nuestro país es una de las naciones donde la tasa de empleo de las madres de niños pequeños es más baja: menos de la mitad de las madres de niños entre 3 y 5 años tienen un trabajo.

Mientras 77 de cada 100 hombres de 15 años y más son económicamente activos, en el caso de las mujeres 43 de cada 100 están en esta situación, así lo dijo el INEGI en su Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) al primer trimestre de 2016.

Y aunque la tasa de desempleo en México es una de las más bajas de la OCDE (4.2% al primer trimestre de 2016 contra 8.1% de la media) junto con el desempleo de largo plazo (un año o más sin empleo), una porción significativa de las personas que trabajan (57% según el INEGI) lo hacen en el sector informal y con poco acceso a protección o beneficios sociales.

No hay que olvidar que el INEGI considera al empleo informal como trabajo no protegido en la actividad agropecuaria, el servicio doméstico remunerado de los hogares, así como los trabajadores subordinados que, aunque trabajan para unidades económicas formales, lo hacen bajo modalidades en las que se elude el registro ante la seguridad social.

Así, los resultados de la ENOE indican que en el primer trimestre de 2016, todas las modalidades de empleo informal sumaron 29.1 millones de personas, para un crecimiento de 1.5% respecto a igual periodo de 2015 y representó 57.4% de la población ocupada. De manera detallada, 13.7 millones conformaron específicamente la ocupación en el sector informal.

Fuente: Excélsior

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