Un clima tóxico predomina en empresas con personas desmoralizadas y apáticas que ven pasar sus mejores días en tensos y estériles ambientes laborales.

En empresas que fungen como vampiros emocionales, donde trabajar puede ser un suplicio, en particular, para aquellos buenos talentos, que minados en su autoestima, se resignan a renunciar a un futuro mejor, de interesantes retos profesionales y con posibilidades de movilidad y crecimiento.

En estas compañías donde predomina el estrés, el rumor malsano y la incertidumbre, buenos talentos pueden frustrarse ante la ausencia cierta de oportunidades relevantes de desarrollo profesional.

Así lo indica la publicación de Gallup Majority of U.S. Employees Not Engaged Despite Gains in 2014 que advierte que apenas el 31 por ciento de los empleados norteamericanos está realmente comprometido con su trabajo.

En contraste, un 51 por ciento exhibe visibles señales de desvinculación emocional, y un 17.5 por ciento, ya presenta preocupantes e irreversibles signos de desvinculación emocional activa.

En el informe de Jessica Pryce-Jones, indica que esperanza y optimismo son esenciales para el éxito de una organización, que cuando se efectúa la comparación con los empleados menos felices, los empleados más felices están el doble de tiempo centrados en su trabajo, tienen un 65 por ciento más de energía, y desean permanecer en sus trabajos cuatro veces más tiempo.

“Líderes desorientados y de escasa influencia estratégica, manifiestan su pobre visión de negocios, en tóxicos ambientes laborales, cuyas restricciones de acceso a la inteligencia colectiva limitan su ámbito de acción, decisión, e influencia, y anulan su potencial real como agentes de transformación empresarial.

"Los imperativos impuestos por una cultura corporativa refractaria al cambio, los condiciona a desplegarse, como buenos e insustanciales supervisores de procesos”, indica el documento.