El Pulso Laboral

Lunes 25 mayo 2015

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Recursos Humanos

Utiliza un lenguaje positivo

Por: Adriana Rodríguez

Lunes 11 de julio 2016

Emplear un lenguaje positivo nos puede ayudar a mejorar la comunicación, nuestras estrategias vitales y las relaciones con uno mismo y los demás. Pero, además, un lenguaje positivo supone “mejor salud y más años de vida”, afirma el filósofo Luis Castellanos, investigador en el campo de la neurociencia cognitiva.

Entrenar el lenguaje para encontrar las palabras más acertadas que transformen tu vida en salud y longevidad es el desafío del libro “La ciencia del lenguaje positivo” (Editorial Paidós) de Luis Castellanos que, además de explicar cómo nos cambian las palabras que elegimos, nos propone un plan para aumentar nuestro lenguaje positivo.

Castellanos, a través del “El Jardín de Junio”, centro impulsor de investigaciones en el campo de la neurociencia cognitiva, ha formado en lenguaje positivo a colectivos de deportistas, del mundo de la empresa o incluso de la salud.

Y es que las palabras positivas tienen una repercusión directa en el funcionamiento del cerebro. Así lo constató una investigación de este centro, publicada en “Plos one”, que a través de encefalogramas comprobó que el cien por cien de las palabras positivas pronunciadas por un ordenador activaban el tiempo de reacción del cerebro frente a otras negativas o neutras.

 “El lenguaje positivo tiene facilidad para transformar el cerebro humano con una alta activación”, indica el investigador.

Alegre, feliz, enérgico, animado, activo, ilusionado, orgulloso o reír, son algunos ejemplos de palabras con carga positiva de alta activación frente a otras negativas de alta activación como miedo, alertado, asustado, asco, desprecio, envidia, vergüenza, enfado o preocupado.

Y es que el lenguaje nos determina la manera de abordar la vida y lleva implícito un tipo de acción o de inacción “porque nos lleva a la elección de las palabras. No por intuición, sino por pura elección. El lenguaje es crear, no copiar”, apunta Castellanos.

Escoger bien las palabras también nos puede ayudar a enfrentarnos a nuestros miedos y a motivarnos y animarnos a nosotros mismos, al igual que pronunciamos palabras de aliento para los demás. “Podemos ser capaces de identificar palabras que a cada uno nos da esa alta activación. Mis palabras son únicas”, indica el filósofo.

En lado oscuro se encuentra el lenguaje dañino, ofensivo, la verbalización de la ira. O incluso el silencio, “una variante silenciosa de la ira, el resentimiento”.

Es un lenguaje que “tira por la borda las relaciones con la otra persona”, explica el filósofo. “Una palabra negativa -añade- tiene que estar contrarrestada con cinco positivas si queremos volver a construir algo en una relación”.

Todas las palabras, positivas o negativas, están cargadas emocionalmente por eso el lenguaje forma parte de la inteligencia emocional, aquella que nos permite gestionar nuestras emociones y las de los demás.

 “En la inteligencia emocional lo primero es tomar conciencia de las emociones y con el lenguaje tomamos conciencia de nuestras propias palabras. Identificar, abrir esa palabra y habitarla si es positiva y evitarla si es negativa. Igual que regulas las emociones, regula tu lenguaje”, manifiesta Luis Castellanos.

 “El lenguaje nos permite gestionar nuestra propia inteligencia lingüística y emocional. Tenemos un lenguaje interior (el que nos hace ser quien somos) y otro exterior (como queremos que nos vean los demás) pero no engañamos mucho aunque creamos que sí”, añade.

 

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