El Pulso Laboral

Lunes 25 mayo 2015

02:30 pm

Mundo Laboral y RR.HH.

El nuevo gobierno quiere controlar el outsourcing, ¿qué tiene de malo esta práctica?

Por: Redacción/ El Pulso Laboral

¿Tienes gente trabajando para ti por outsourcing o te contrataron bajo ese esquema? Puede ser que en este sexenio esa figura desaparezca. Por si tienes dudas sobre qué significa este término en inglés, re refiere a la práctica de pagar “por fuera” (de ahí el término) el trabajo de personas o equipos laborales que no pertenecen a tu plantilla laboral. La desaparición de esta figura es lo que está buscado con una iniciativa de ley Napoleón Gómez Urrutia —ajá, el líder minero, senador de Morena y, hasta hace poco, prófugo de la justicia—.

Se trata de una pequeña reforma laboral a la Ley Federal del Trabajo (LFT) para que se revisen las condiciones legales de esta práctica. Por su parte, la nueva titular de la Secretaría del Trabajo, Luisa María Alcalde, dice que no desaparecerá por completo, pero que sí se harán varios cambios. 

¿Qué tiene de discutible esta forma de contratación para que el nuevo gobierno quiera quitarla? En su peor versión, este esquema hace que la evasión fiscal sea mucho más fácil para las empresas. En el 2015, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) detectó 512 empresas de outsourcing con operaciones por 198 mil millones de pesos y 30 mil clientes. Las empresas a las que servían, evadieron 80 mil millones de pesos en impuestos y afectaron con prestaciones laborales muy limitadas a más de 230 mil empleados. Por razones puramente informativas te estarás preguntando cómo se logra la evasión. 

¿Quién gana y quién pierde? 
El outsourcing surgió como una nueva forma de contratar talento en tiempos de crisis. Las empresas pueden seguir con sus operaciones, especialmente con la gestión del negocio, mientras otra compañía dedicada a ello les consigue empleados. A través de este sistema, en un mundo ideal, las empresas gastan menos en administración, tienen talento especializado y capacitado y pueden ofrecer trabajos temporales en lugar de contratos. Todo esto hace que la empresa sea más rentable. 

De acuerdo con ManpowerGroup, este es el esquema perfecto para conseguir empleados por periodos cortos, como fines de semana o vacaciones, pero sin tener que comprometerse a dar empleo de tiempo completo. Esta práctica ya es tan común en México que cuenta con más de 3.5 millones de trabajadores. 

Otras ventajas —al menos a nivel estadístico— son la reducción de los índices desempleo, aunque solo se trate de trabajo temporal. Sirve también para aumentar el empleo formal, ya que la mayoría de los trabajos que se ofrecen son profesionales. (Aquí puedes leer un poco de por qué es mejor ser formal.) Si se hace bien, todos tendrían que salir ganando. 

Pero no siempre es así. De hecho, casi nunca. Cuando una empresa de outsourcing es contratada, tiene dos posibilidades. La primera es contratar personal con todas las prestaciones de ley, declarar su salario a Hacienda y el pago de impuestos y contribuciones a la seguridad social. La otra, mucho más usual, es simular que paga menos de lo que paga en realidad para ahorrarle impuestos a la empresa que la contrató.

Aunque esto sea bueno para las dos empresas, es el empleado el que sale perdiendo. En primer lugar, lo que recauda en sus cuentas de de Infonavit y Afore es mucho menos. Normalmente, los patrones dicen que reportar un salario más bajo es mejor si se consigue una quincena más grande. La parte que no se declara se paga de muchas formas como bonos, pagos de seguros, honorarios, en efectivo, etc. 

Otra de las desventajas es que, si es despedido, el empleado recibiría una liquidación basada en el salario registrado con el IMSS, que está muy por debajo de su sueldo real. Este mismo problema se traduce con otras prestaciones como aguinaldo, primas vacacionales, pago de incapacidades, accidentes o licencia de maternidad y paternidad. 

Según ManpowerGroup, hay más de dos mil empresas de outsourcing en el país, pero solo 40 cubren los impuestos necesarios, y solo 20 cumplen con los estándares de la Asociación Mexicana de Capital Humano; es decir, auditorías legales y fiscales. 

Al final, si las autoridades deciden que las desventajas son más, podrían quitar por completo el esquema, llevándose también a las que sí cumplen. Tomando en cuenta que 80% de las empresas de outsourcing no cumplen según el Asociación Mexicana de Empresas de Capital Humano, tal vez esta sea la ruta que seguirán. 

El outsourcing ideal… y el real 
Un contrato debe contar con las normas establecidas por la Ley Federal del Trabajo. Básicamente, esto implica que se describa bien el puesto de trabajo, el sueldo, las prestaciones y beneficios del trabajador. También debe contar con la inscripción del empleado en el IMSS, su registro ante la Secretaría de Hacienda para hacer el pago de cuotas del IMSS e Infonavit y la retención de impuestos como lo marca la ley del ISR. 

Idealmente, el outsourcing debería servir para que las empresas optimicen sus funciones principales y puedan delegar a terceros lo que no es de prioridad. Deberían asegurarse de que los empleados tienen las mejores condiciones de vida posibles. El problema es que actualmente la ley no cuenta con reglas lógicas y aplicables. Están llenas de disposiciones e interpretaciones que confunden y dificultan el proceso para todos, empresas y empleados por igual. Si se aprovechara correctamente esta figura, puede ser un motor de apoyo para la economía del país. 

Para colmo, según un estudio de la Asociación Mexicana de Empresas de Capital Humano, 97% de los empleados bajo subcontratación trabaja en empresas pirata, mal conformadas, desreguladas o con operaciones inexistentes. Con miras a impedir esto, se debería crear una licencia de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social que identifique a este tipo de empresas. Actualmente, se puede crear una compañía de outsourcing sin autorización, así que nadie se preocupa de saber si se cumple con la LFT o no. Con empresas certificadas colaborando con la Secretaría del Trabajo, se podría aumentar el empleo formal en el país. 

Al final, la simulación de salarios no es ilegal. O, por lo menos, no está escrito así en la Ley Federal del Trabajo. Pagar con honorarios, pagos a sindicatos o seguros son prestaciones legales que se idearon para profesionales independientes o en casos específicos; por sí solos, no tienen nada de malo. De hecho, hay leyes que regulan el pago de empleados asalariados, uno para outsourcing y otro para pago por servicios profesionales. 

El problema es cuando se aprovechan. Por ejemplo, en ninguna parte de la LFT se prohíbe el uso de figuras para simular salarios. Con una reforma a esta ley, se puede tipificar esta práctica como delito fiscal. Hay una iniciativa para reformar el artículo 15-C y crear una Norma Oficial Mexicana que regule el outsourcing. 

Mientras senadores y diputados ven cómo arreglar este problema, tú podrías preocuparte por pagar los salarios reales a tus empleados. Es por el bien de todos./Negocios Inteligentes

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