El Pulso Laboral

Lunes 25 mayo 2015

02:30 pm

Mundo Laboral y RR.HH.

Dudan mexicanos que T-MEC eleve sueldos

Por: Redacción/El Pulso Laboral

En el papel, los trabajadores mexicanos deberían ser los grandes ganadores del nuevo Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Sin embargo, no derrochan entusiasmo.

Sindicatos más fuertes y salarios más altos al sur de la frontera de Estados Unidos son una parte clave del renovado acuerdo comercial, que la Cámara de Representantes de Estados Unidos votará este jueves. Se supone que las medidas también traerán beneficios adicionales para Estados Unidos y Canadá, al reducir la brecha salarial que atraía a las fábricas y los empleos.

La preocupación es que cualquier norma nueva en México permanecerá en gran medida en el papel. Los propios trabajadores mexicanos, que vieron caer sus salarios aún más después de un cuarto de siglo del TLCAN, dicen que hay razones para dudar si su sucesor será muy diferente.

"No creo que haya ningún cambio", dijo Ludwing, un guardia de seguridad en una planta de General Motors en el centro industrial de Toluca que solicitó ser identificado solo por su primer nombre. "He visto a mis amigos ser despedidos cuando cierran las plantas".

La vocera de GM México, Teresa Cid, dijo que la compañía respetará los cambios a las normas laborales de México a medida que se implementen.

El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, T-MEC, requiere que entre el 40 y 45 por ciento del volumen de automóviles sea fabricado por quienes ganen al menos 16 dólares por hora, una medida destinada a reducir la ventaja de los bajos salarios de México en la región. También garantiza el derecho de los mexicanos a elegir sus sindicatos y contratos.

El problema es que los sindicatos de México tienen un historial de quedar bien con los jefes, en lugar de luchar por los trabajadores que se supone que representan, algo que las nuevas normas laborales no pueden cambiar esa cultura de la noche a la mañana. Los sindicatos luchan vigorosamente contra las nuevas normas en varios frentes, incluida la presentación de cientos de demandas, lo que aviva los temores de que el ritmo de las reformas podría estancarse.

Tal preocupación desencadenó una disputa de último minuto el fin de semana, cuando México acusó a Estados Unidos de infringir su soberanía al enviar inspectores para hacer cumplir las reformas laborales mexicanas.

El problema fue catalogado como un malentendido y se resolvió rápidamente. No obstante, las prácticas laborales de México representaron un obstáculo clave en las negociaciones finales de la Casa Blanca para que los demócratas -y los sindicatos estadounidenses preocupados por la pérdida de empleos- respaldaran el acuerdo.

Vázquez, reponedor de un Walmart en Ciudad de México durante 16 años que pidió ser identificado por su apellido por temor a represalias, dijo que es escéptico de que el acuerdo lo beneficie.

"No creo que veamos ningún aumento de sueldo", dijo Vázquez, quien gana 300 dólares al mes. "Ha pasado tanto tiempo y nada ha cambiado".

En casa, el Presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha prometido aumentar los fondos para reformas laborales y está impulsando el salario mínimo. En mayo, el gobierno consagró los derechos de los trabajadores a decidir sobre los líderes sindicales y los contratos por votación secreta.

Si bien las modificaciones parecen ser una función básica de los sindicatos en todo el mundo, rara vez ocurren en México. El sistema sigue plagado de quejas sobre tergiversación de contratos.

En la primera votación de este tipo sobre un contrato laboral negociado en una fábrica propiedad del gigante cementero Cemex, algunos trabajadores no sabían lo que se les pedía; otros dijeron que su sindicato hizo afirmaciones falsas respecto a que perderían sus beneficios si rechazaban el contrato.

Si bien López Obrador también ha convertido la supresión del soborno en una prioridad clave desde que asumió la presidencia hace un año, será una tarea difícil hacerse cargo de los poderosos sindicatos, dijo Rogelio Aguilar Mendoza, un trabajador de otro Walmart en Ciudad de México.

"Hay mucha corrupción en los sindicatos", dijo, al tiempo que expresó esperanza que el T-MEC, si se implementa bien, podría ser un paso positivo para la economía.

El nuevo pacto comercial permitirá a Estados Unidos tener una visión más estricta del cumplimiento de las reformas laborales de México. Las disputas relacionadas con el trabajo se resolverán mediante un mecanismo de respuesta rápida entre el vecino país del norte y México, un panel compuesto por representantes designados por ambos países.

La dependencia económica de México también podría otorgar cierta influencia a Estados Unidos, que representa aproximadamente la mitad de la inversión extranjera directa de México y compra un 80 por ciento de todas las exportaciones mexicanas.

En términos más generales, los trabajadores tienen razones para desconfiar de que el T-MEC entregue sus beneficios anunciados.

En 1994, el TLCAN fue proyectado como una forma de impulsar la economía de México a través de una integración más profunda. Pero desde entonces, los ingresos en México, que como un mercado emergente debería crecer más rápido, han caído a aproximadamente un quinto de los que están en Estados Unidos.

"Mire, si sucede y los salarios suben, obviamente sería bueno. Pero no lo sé", dijo un subcontratista de la fábrica de GM en Toluca, a unos 80 kilómetros al oeste de Ciudad de México, que pidió ser identificado solo por su primer nombre, Luis. "No hemos tenido ninguna discusión en la planta sobre lo que podría pasar". //Bloomberg/Reforma 

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