Los jóvenes son una porción significativa de la fuerza laboral del país. El gran contraste es que las empresas hoy día demandan mayor experiencia de los candidatos a un puesto de trabajo.

A decir de los empleadores cuando éstos buscan candidatos para ocupar las plazas que ofrecen, el encontrar solicitantes no es el problema, lo grave es que las habilidades que éstos ofrecen no están alineadas con lo que el sector productivo necesita.

Es una realidad que la inserción laboral juvenil se caracteriza por tasas de desempleo más altas que el resto de los activos, así como por tener importantes niveles de precariedad, informalidad y subempleo.

Uno de los problemas más sustancial es la desconexión entre las capacidades y conocimientos que ofrecen los jóvenes buscadores de empleo, y las demandas de los empleadores.

Resultados dados a conocer con la Encuesta de Escasez de Talento de Manpower Group arrojan datos reveladores; el 48 por ciento de los empleadores a nivel mundial enfrenta dificultades para encontrar el talento que cumpla con los requisitos suficientes para ocupar un puesto en una organización.

Pero advierte “los países deben apoyar la mejora del sistema educativo para generar talento calificado y satisfacer la demanda de las compañías”.

Otros datos estadísticos coinciden en que dentro del grupo de jóvenes, las mujeres son las que enfrentan peores condiciones en el mercado laboral. En promedio, los jóvenes hombres de 18 a 29 años tienen una participación del 64 por ciento, contra un 43 por ciento en el caso de las mujeres.

Por su parte, las jóvenes madres frecuentemente recurren al autoempleo ante la necesidad de cubrir las obligaciones que implica tener una familia en procreación, situación que las expone a condiciones laborales más inestables y precarias. Adicionalmente, la brecha de género se acentúa a medida de que la edad aumenta:

En este contexto, las empresas deben ser más flexibles. Tienen incentivos naturales para capacitar a los trabajadores en aquellas tareas específicas a la producción de los bienes o servicios que éstas proveen. Si bien se requieren ciertas regulaciones (obligaciones mínimas de capacitación) muy bien pueden invertir en generar las condiciones necesarias para capitalizar habilidades generales, que los empleados bien pueden aprovechar.