El Pulso Laboral

Lunes 25 mayo 2015

02:30 pm

Recursos Humanos

¿Quieres ser amigo de tu jefe?

Por: Adriana Rodríguez

La amistad personal es cada vez más valorada en los entornos profesionales porque el rendimiento depende en gran medida de un óptimo clima laboral. El problema es que esta amistad se interprete como una licencia para faltar al compromiso con los objetivos de la empresa que cualquier profesional ha de tener siempre como horizonte.

No cabe duda de que la amistad implica confianza, un valor casi universal que sustenta el desempeño eficiente y responsable, con poca necesidad de control. Las experiencias y valores compartidos ayudan también a crear, mantener y fortalecer una cultura común.

Por otra parte, el hecho de trabajar con amigos favorece implicarse más en las tareas, incrementa la voluntad de alcanzar logros y refuerza la satisfacción por el propio trabajo.

Sin embargo, es en las situaciones conflictivas cuando hay que tener más claro los límites de esa amistad. Hemos de controlar más lo que decimos y cómo actuamos, porque todo lo que afecta a una relación personal multiplica su perjuicio sobre los resultados en el trabajo. La agresividad, el hablar sin pensar las cosas, el imponer los propios criterios, moverse por un interés particular, entre otros, puede ser definitivo para deteriorar sin remedio la relación.

Los límites están en el abuso, en aprovecharse de esa amistad para obtener privilegios, ventajas, a costa de descuidar la propia responsabilidad. La amistad implica respeto, el abuso no, porque pone al jefe/amigo en un compromiso frente a los demás cuando es acusado de favoritismos sobre criterios personales. Más grave es si esa amistad está sostenida sobre la conveniencia: "Mientras me sirvas seré tu amigo, y dejaré de serlo cuando ya no saque ningún beneficio de nuestra amistad".

La tendencia actual entre los directivos es fomentar la amistad en el trabajo, porque eso ayuda a rendir más, aunque aún se tiene miedo a la formación de lobbies internos, de bandos con intereses particulares. Y por supuesto, siempre flota el miedo a que surjan romances que puedan "trastornar" la eficiencia y afectar a la objetividad y a la toma imparcial de decisiones.

En definitiva, si la amistad surge dejemos que fluya, pero tengamos claro cómo y cuándo ejercerla sin que nos afecte a nosotros ni a nuestro equipo.

 

también te puede interesar