El Pulso Laboral

Lunes 25 mayo 2015

02:30 pm

Seguridad Social

Las dos enfermaron, sólo una sobrevivió

Por: Redacción/El Pulso Laboral

Las jóvenes no les dijeron a sus hijos que tenían coronavirus. Mamá está trabajando duro para salvar a la gente enferma, les comentaban.

Pero no era así. Deng Danjing y Xia Sisi estaban luchando por sus vidas en los mismos hospitales donde trabajaban. En cuestión de semanas, pasaron de ser profesionales médicas con buena salud en el frente de batalla de la epidemia en Wuhan, China, a pacientes con coronavirus en condición crítica.

El mundo aún batalla para comprender por completo el nuevo virus, sus síntomas, propagación y orígenes. Para algunos, es una infección mortal que devasta los pulmones, y empuja el sistema inmunológico a toda marcha, destruyendo incluso las células sanas. La diferencia entre la vida y la muerte puede depender de la salud del paciente, su edad y acceso a cuidados.

El virus ha infectado a más de 145 mil personas en el mundo. La gran mayoría de los casos han sido leves, con síntomas limitados. Pero el progreso del virus puede ser rápido, momento en el cual las posibilidades de sobrevivir se desploman. Alrededor de 71 mil personas se han recuperado, mientras que 5 mil han fallecido.

Los destinos de Deng y Xia reflejan la naturaleza impredecible de un virus que afecta a cada uno de manera diferente.

A comienzos de año, las dos mujeres llevaban vidas notablemente similares. Ambas tenían 29 años de edad, estaban casadas, y eran madres.

Deng, enfermera, llevaba trabajando tres años en el Hospital número 7 de Wuhan, ciudad en la que creció, y donde inició la pandemia de coronavirus. Su madre era enfermera también. La actividad favorita de Deng era jugar con sus dos gatos.

Xia, gastroenteróloga, también procedía de una familia de profesionales médicos. Cuando era niña acompañaba a su madre, quien era enfermera, al trabajo. Empezó a trabajar en el Hospital Union Jiangbei de Wuhan en 2015, y era la doctora más joven en su departamento.

Cuando un misterioso nuevo virus azotó a la ciudad, las mujeres comenzaron a trabajar largas horas, atendiendo a un flujo aparentemente interminable de pacientes. Tomaron precauciones para protegerse, pero sucumbieron a la infección; el altamente contagioso virus se enterró profundamente en sus pulmones, causándoles fiebre y neumonía.

Inicio de virus y hospitalización


Los síntomas aparecieron de repente.

Xia acababa de terminar su turno nocturno el 14 de enero cuando le pidieron que regresara para atender a un paciente -un hombre de 76 años de edad bajo sospecha de coronavirus-.

Cinco días después, comenzó a sentirse mal. Agotada, tomó una siesta de dos horas en su casa, luego revisó su temperatura: tenía 38.8 grados. Sentía el pecho apretujado.

A principios de febrero, Deng, enfermera, se estaba preparando para cenar en el hospital cuando el ver la comida le provocó náuseas. Hizo a un lado la sensación, imaginando que estaba agotada del trabajo. Había pasado el inicio del brote visitando a familias de pacientes que dieron positivo y mostrándoles cómo desinfectar sus hogares.

Luego de obligarse a comer algo, Deng fue a casa para bañarse; después, aturdida, tomó una siesta. Cuando despertó, su temperatura marcaba 37.7 grados.

La fiebre es el síntoma más común del coronavirus, aparece en casi 90 por ciento de los pacientes. Alrededor de una quinta parte de las personas experimentan dificultad para respirar, a menudo incluyendo tos y congestión. Muchos también se sienten fatigados.

Las dos mujeres corrieron a ver a los médicos. Las exploraciones de tórax mostraron daños a sus pulmones, un signo revelador del coronavirus que está presente en al menos 85 por ciento de los pacientes, de acuerdo con un estudio.

En particular, la tomografía computarizada de Deng mostró lo que el doctor llamó opacidades de vidrio esmerilado en su pulmón inferior derecho -manchas nebulosas que indicaban líquido o inflación alrededor de sus vías respiratorias-.

El hospital no tenía espacio, por lo que Deng se registró en un hotel para evitar infectar a su esposo y a su hija de cinco años. Sudó toda la noche. Por la mañana, fue ingresada al hospital. Le tomaron una muestra de garganta que confirmó que tenía coronavirus.

En el Hospital Jiangbei, a 29 kilómetros, Xia luchaba para respirar. Fue puesta en una sala de aislamiento.

Tratamiento

Cuando Deng ingresó al hospital, trató de mantenerse optimista. Le envió un mensaje a su esposo, urgiéndolo a usar una mascarilla incluso estando en casa, y a lavar todos sus trastes y palillos con agua hirviendo o, bien, tirarlos.

Su esposo le envió una foto de uno de sus gatos.

"Esperando a que regreses", dijo.

"Pienso que tomará 10 días, o medio mes. Cuídate", contestó ella.

No hay una cura conocida para el Covid-19. Ante ello, los doctores confían en un coctel de medicinas, en su mayor parte antivirales, para aliviar los síntomas.

El doctor de Deng le recetó un régimen de arbidol, un medicamento antiviral usado para la gripe en Rusia y China; Tamiflu, otra medicina para la gripe más popular internacionalmente; y Kaletra, un medicamento para tratar el VIH que se cree que bloquea la replicación del virus. Deng estaba tomando al menos 12 píldoras al día, así como medicina tradicional china.

Pese a su optimismo, se debilitó. Su madre entregaba comida casera afuera de la sala, pero ella no tenía apetito. Para darle de comer, una enfermera la conectaba todas las mañanas a un goteo intravenoso con nutrientes. Otro goteo bombeó anticuerpos en su torrente sanguíneo, y otro más medicina antiviral.

Xia también estaba gravemente enferma, pero parecía estar luchando lentamente contra la infección. Su fiebre había disminuido después de unos días, y comenzó a respirar más fácilmente después de estar conectada a un ventilador.

A principios de febrero, Xia le preguntó a su esposo, Wu Shilei, también médico, si pensaba que pronto podría dejar la terapia de oxígeno.

"Tómalo con calma. No caigas en ansias", le respondió. Le dijo que el ventilador posiblemente le sería removido la siguiente semana.

Había razones para creer que estaba mejorando. Después de todo, la mayoría de los pacientes de coronavirus se recuperan.

Después, Xia dio negativo dos veces al coronavirus, y dijo a su madre que esperaba recibir el alta el 8 de febrero.

Disminución

Para el cuarto día de hospitalización, Deng ya no podía pretender estar optimista. Estaba vomitando, con diarrea y temblaba implacablemente.

La fiebre llegó hasta los 38.5 grados. En la mañana del 5 de febrero, al despertar se dio cuenta de que la medicina no había hecho nada para bajarle la temperatura. Lloró. Dijo que había sido clasificada en estado crítico.

China describe a un paciente en estado crítico como alguien con insuficiencia respiratoria, shock o insuficiencia orgánica. Alrededor del 5 por ciento de los pacientes infectados llegaron a estado crítico en China, de acuerdo con uno de los estudios más grandes hasta la fecha sobre casos de coronavirus. De ellos, 49 por ciento murió.

Mientras Xia parecía recuperarse, aún estaba aterrorizada de morir. Las pruebas pueden ser defectuosas, y los resultados negativos no necesariamente significan que los pacientes estén limpios.

Le pidió a su mamá prometerle algo: ¿podrían ella y su padre cuidar a su hijo de dos años si ella no lograba sobrevivir?

Xia también estaba preocupada por su esposo. En un videochat, le urgió ponerse equipo protector en el hospital donde trabajaba.

"Ella dijo que esperaría a que yo regresara a salvo", señaló el esposo, "y a ir conmigo otra vez a la línea de frente una vez que se recuperara".

El 7 de febrero llegó la llamada. La condición de Xia se deterioró repentinamente.

Su corazón se había detenido.

Recuperación

En la mayoría de los casos, el cuerpo se repara solo. El sistema inmune produce suficientes anticuerpos para eliminar el virus, y el paciente se recupera.

Para el final de la primera semana de Deng en el hospital, la fiebre había disminuido. Ya podía comer lo que su mamá le llevaba.

El 15 de febrero, el hisopo de su garganta resultó negativo para el virus. Tres días después, dio negativo otra vez. Podía irse a casa.

Debido a que Wuhan permanecía en cuarentena, sin taxis o transporte público, caminó a casa sola.

"Me sentí como un pájaro", recuerda. "Mi libertad me había sido devuelta".

El Gobierno chino ha urgido a los pacientes que se recuperan a donar plasma, que los especialistas dicen contiene anticuerpos que podrían ser usados para atender a enfermos.  Deng contactó un banco de sangre local en cuanto llegó a casa.

Planea regresar a trabajar una vez que el hospital se lo permita.

"Fue la nación la que me salvó", dijo. "Y pienso que puedo devolverlo a la nación".

En casa de Xia, su hijo, Jiabao, aún piensa que su mamá está trabajando. Cuando suena el teléfono, trata de agarrarlo de las manos de su abuela, gritando, "Mamá, mamá".///Reforma-The NYT News Service

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